La lluvia cae sobre el parabrisas de mi coche, las luces de los vehículos en el sentido opuesto brillan con más intensidad debido a las gotas de agua en el cristal del auto, el asfalto brilla y refleja las luces de la calle y de los locales alrededor, la música suena en el radio, no sé que canción es, no se a donde voy, no quiero ir a donde tengo que ir, no puedo ir a donde quiero ir; no quiero hacer nada, pero siento que debo hacer todo. Mis manos tiemblan en el volante, quiero pisar el acelerador, quiero gritar, estoy a punto de explotar. Me doy cuenta de que estoy cerca de la casa de una de mis maestras de psicología, tengo que ir ahi, quiero ir ahi, lo necesito. Estoy mal, necesito ayuda.
El hombre del que me enamoré se fue, sabía que se iría, que no sería para siempre, pero no pensé que durara tan poco y que se iría con alguien más. Creo que todo el tiempo estuvo con alguien más. En mi trabajo, me quitaron del puesto que había logrado, pudieron más los chismes que mis habilidades. En mi casa, mis padres siguen con sus interminables pleitos y parece que no tengo hermanos. Mis amigas.... qué es eso?, creo que yo solo tengo conocidas. Yo solo sirvo para ayudar, para servir a los demás, para que se sientan contentos, pero, quién me ayuda a mi?
Llego a la casa de mi maestra, al estacionarme, noto que lo único que siento es mi corazón latir a mil por hora, mis manos temblando y tanto ruido mental que no se que estoy pensando. Estoy desesperada, porque tarda en abrir, espero que si este, si no está que voy a hacer, que va a ser de mi.
Por fin me recibe, creo que en realidad no tardó, pero me pareció mucho tiempo. Al entrar me doy cuenta de que tiene visita, otra mujer en medio de una crisis de llanto, /que le pasa a esa señora? porque viene a importunar? ya que se vaya a llorar a otro lado!... Por fin se despide. Es mi turno de hablar, me causa admiración la calidad humana de mi maestra, siento que llegué al lugar indicado, en medio de un mar de lagrimas digo "estoy sola, todo me sale mal, nadie me quiere".
Necesite una crisis de ese tamaño, para empezar a sanar, para darme cuenta, de que necesitaba hacer algo por mi. De que llevaba anos pretendiendo tapar mis huecos emocionales con trabajo, con servicio, con ocupaciones, con ideas, con los otros. Pero nunca, con amor real.
Y generalmente así es, hasta que nos enfrentamos a una pérdida es que se abren las puertas a nuestro interior para darnos cuenta de que antes del vacío que deja el que se fue o lo que se fue, había un vacío mucho más grande que necesitaba ser llenado.
Cuando enfrentamos la pérdida de algo que creíamos amar, a veces, nos damos cuenta de cuanto amor nos hacía falta experimentar.
Esa crisis, era producto de un trastorno de ansiedad generalizada, depresión y codependencia. Los monstruos que me hicieron despertar de mi letargo para empezar a correr hacia mi meta. No luche contra ellos, aprendí a conocerlos y amaestrar. Dejaron de detenerme y me ayudaron a aprender como caminar mejor, más ligera y más amada.
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